6 oct 2013

MES MISIONERO - 6 OCTUBRE

6 DE OCTUBRE, XXVII domingo del tiempo ordinario

ORACIÓN

Himno del Año de la Fe
Caminamos llenos de esperanza,
pero a tientas en la noche.
Vienes tú en el Adviento de la historia,
eres tú el Hijo del Altísimo.


Caminamos fatigados y perdidos,
sin el pan de cada día.
Tú nos nutres con la luz de Navidad,
eres tú la estrella de la aurora.

Caminamos cansados y sufrientes,
aún abiertas las heridas.
Quien te busca en su desierto, tú lo curas,
eres tú la mano que nos sana.

Caminamos bajo el peso de la cruz,
tras las huellas de tus pasos.
Resucitas la mañana de la Pascua,
eres tú el Viviente que no muere.

Caminamos esperando el fuego nuevo
que se enciende en Pentecostés.
Tú recreas la presencia de aquel soplo,
eres tú la Palabra del futuro.

Caminamos cada día que nos donas,
con los hombres de este mundo.
Tú nos guías por las sendas de la tierra,
eres tú la meta que anhelamos.

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 17, 5-10)

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: "Auméntanos la fe." El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: 'Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.""

MENSAJE DEL PAPA PARA EL DOMUND, 1

1. La fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos participes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea  más buena, más bella. ¡Dios nos ama! Pero la fe, necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. ¡Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia.
   
«El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los “suburbios”, especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

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