Como cada año
hemos tenido el 5 de octubre el lanzamiento del Domund 2012 en la Vicaría VI de Madrid
suroeste. En esta ocasión se ha señalado que el lema escogido, por la Obras Misionales
Pontificias de España, para este año es Misioneros de la Fe, como consecuencia
lógica al comienzo inminente del Año de la Fe. Dicho año marcará a nivel eclesial un camino de
crecimiento y profundización de nuestra fe con ocasión del 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II. Otro acontecimiento que se dibuja al
horizonte es el del sínodo de la
Nueva Evangelización con el tema “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe Cristiana”
y desde luego viviendo en Madrid la Misión Madrid, cuyo lanzamiento tuvo lugar el domingo 30 de septiembre al
término de la peregrinación mariana a Fátima en la explanada de la Catedral de la Almudena.
Proclamar el Evangelio a todos
Todo ello hacer
ver cómo la misión Ad Gentes está siempre viva como lo
dice el papa Benedicto XVI en el mensaje de la Jornada Mundial de
las Misiones de este año:
… “Los hombres que esperan a Cristo son todavía un número inmenso”, comentó el beato Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris missio sobre la validez del mandato misionero, y agregaba: “No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (n. 86). En la proclamación del Año de la Fe, también yo he dicho que Cristo “hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra” (Carta apostólica Porta fidei, 7); una proclamación que, como afirmó también el Siervo de Dios Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, “no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo: está de por medio el deber que le incumbe, por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser remplazado” (n. 5). Necesitamos por tanto retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y testimonio”.
… “Los hombres que esperan a Cristo son todavía un número inmenso”, comentó el beato Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris missio sobre la validez del mandato misionero, y agregaba: “No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (n. 86). En la proclamación del Año de la Fe, también yo he dicho que Cristo “hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra” (Carta apostólica Porta fidei, 7); una proclamación que, como afirmó también el Siervo de Dios Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, “no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo: está de por medio el deber que le incumbe, por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser remplazado” (n. 5). Necesitamos por tanto retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y testimonio”.
Vida en abundancia
El testimonio de
este año ha sido del misionero javeriano Ángel de la Victoria León,
navarro como san Francisco Javier, que en breve regresa a la misión de Gunou
Gaya en Chad. De una manera muy sencilla y entusiasta ha hablado de cómo su misión nace de la fe, la fe de una
familia que se la ha transmitido. Se le veía contento y se intuía cómo no es
fácil desde el punto de vista simplemente humano desprenderse de la propia
familia. Sin embargo, nos ha hablado de su misión en Chad, los tópicos que se
tiene de África, los valores de la gente
con sus riquezas: amor a la vida, alegría, veneración de los mayores,
solidaridad y también de las
dificultades por las que se pasan y que se reflejan en la necesidad de
preservar la vida, la agricultura, la educación. Todo esto como compromiso
que nace precisamente del contacto con Cristo
que vino para que todos tengamos vida y vida en abundancia (cfr. Jn 10,10).
Llamados a la misión
Al final del
todo, Julio Lozano, vicario episcopal, ha señalado cómo la misión debe
impregnar nuestra vida. Todos estamos llamados a vivir la misión, desde la
colaboración con el DOMUND como compromiso cristiano, en todas sus dimensiones, y
hasta la invitación a ser misioneros incluso en nuestro Madrid anunciando a
Cristo a aquéllos que aquí no lo conocen. Así unía precisamente la importancia
de salir más allá de nuestras fronteras
y anunciar allá a Cristo y la que ahora llamamos Misión Madrid en la cual
todos estamos llamados a ser misioneros, es decir, anunciadores de Cristo con
la acción y la palabra.
14,000 misioneros españoles
Con gran alegría
hemos terminado nuestro lanzamiento esperanzados que el crecimiento de amor por
las misiones siga su curso y que nuestros 14,000 misioneros y misioneras
españoles sientan que su Iglesia de origen los acompaña con su oración,
sacrificios, ayudas materiales y oración para que haya más vocaciones
misioneras en el seno de la
Iglesia española y universal.
Rolando
Ruiz Durán sx
Coordinador
de la Pastoral
Misionera de la
Vicaría VI Madrid suroeste.
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